Evolución de la Geotecnia de la Prehistoria a los Albores del Siglo XVIII - 13a Parte


Por: Santiago Osorio R.

Décimo Tercera Parte

Las inundaciones – Parte I de II

Introducción – El ‘Gran Diluvio Universal’

En las últimas tres entradas (Evolución de la Geotecnia de la Prehistoria a los Albores del Siglo XVIII - Partes 10, 11 y 12), se describió un breve recuento de la evolución histórica desde tiempos prehistóricos, hasta siglos más recientes, de las presas, las estructuras hidráulicas utilizadas durante diferentes civilizaciones en el mundo. La presa más antigua de los egipcios, Sadd-el-Kaffara, fue levantada con el propósito de controlar inundaciones, pero fue uno de estos fenómenos, el que la destruyó, súbita y casi instantáneamente al finalizar su construcción.

Las inundaciones, entendidas como la ocupación por parte del agua (y de un importante volumen de material en suspensión, principalmente rocas y suelos), de zonas que habitualmente están libres de esta,​ por desbordamiento de ríos, torrentes o ramblas, por lluvias torrenciales, deshielo, por ascenso de las mareas por encima del nivel habitual debido a tsunamis (maremotos), huracanes, entre otros.

Uno de los relatos más conocidos para el ser humano, es la historia de un “Gran Diluvio” enviado por Dios (o dioses según testimonios mucho más antiguos), para destruir a la humanidad por sus pecados, evento responsable del aumento global del nivel del mar en más de 400 pies y que involucra numerosos episodios en los que las inundaciones eran absolutamente impredecibles; es una leyenda generalizada compartida por muchas religiones y culturas de todo el mundo, y se remonta a la historia más antigua registrada. Desde la India hasta la antigua Grecia, Mesopotamia e incluso entre las tribus indias de América del Norte, no se encuentran al menos 200 cuentos de este tipo que a menudo suenan similares. Algunas de estas historias realmente suenan tan similares que podría preguntarse si todas las culturas del planeta han experimentado tal evento (Figura 1 izquierda). La geomitología, relaciona las tradiciones orales y el folclore con fenómenos naturales como terremotos, erupciones volcánicas e inundaciones.

Como evidencia de la ocurrencia de un fenómeno de inundación de las enormes características descritas en los relatos, se encuentran depósitos de origen sedimentario a lo largo del planeta (Figura 1 derecha).

Figura 1. Ubicación geográfica de las principales culturas que cuentan entre sus relatos aquél de una ‘Gran Inundación’ (izquierda). Evidencia de una inundación en Amudei Shelomo en Timna, Israel (derecha)

El registro más antiguo conocido de un diluvio global es la epopeya babilónica de Gilgamesh, un poema de 12 tablillas del siglo XVIII a.C., que describe un arca con forma de cubo. Otras leyendas reconocidas se presentan en la Tabla 1.

Tabla 1. Principales relatos que describen un ‘Gran Diluvio’ o inundación

El importante aumento del nivel de los océanos, un fenómeno catastrófico único y duradero a escala mundial al final de la última Edad de Hielo, que borró millones de kilómetros cuadrados de tierra seca en todo el planeta y generó nuevas costas; debe haber sido el acontecimiento apocalíptico al que se refieren todas las culturas mencionadas. Más concretamente, fue el abrupto aumento de los océanos alrededor del año 8000 a.C. lo que finalmente provocó la inundación del Mediterráneo primero y, finalmente, la inundación del Mar Negro (Figura 2). El aumento de los océanos afectó simultáneamente a todas las civilizaciones costeras del mundo en ese momento. Al considerar que los humanos, por naturaleza, tienden a asentarse en elevaciones más bajas y cerca del agua, no queda duda de que todas las civilizaciones prehistóricas quedaron totalmente devastadas por este evento.

Figura 2. Arriba: Cuando el nivel del mar era más bajo hace 10.000 años, el Mar Negro era un gran Lago Negro de agua dulce. Fue separado del salado mar Mediterráneo por el entonces alto y seco umbral del Bósforo. Abajo: A medida que la edad de hielo disminuyó y el nivel del mar subió, el agua superó el umbral del Bósforo y desembocó en el Lago Negro. Una teoría controvertida dice que esta podría ser la fuente de la historia del diluvio de Noé, pero un nuevo estudio afirma que el Mar Negro subió sólo unos 5 a 10 m, no unos más catastróficos 50 a 60 m

Las inundaciones

Las inundaciones son uno de los desastres naturales más peligrosos y causan gran destrucción, daños e incluso muertes en todo el mundo; siendo el fenómeno resultante de un aumento súbito o lento del volumen de agua en el lecho de un río o arroyo como resultado de varios factores posibles: precipitaciones intensas o muy prolongadas, derretimiento de la nieve, fuertes vientos sobre el agua, mareas inusualmente altas, tsunamis, o la falla de presas, cuencas de retención u otras estructuras que retienen el agua. Para comprender mejor las inundaciones, es necesario examinar la evidencia, buscar sabiduría antigua y comparar las prácticas de gestión de inundaciones en diferentes regiones en una perspectiva cronológica.

Desde la antigüedad, muchas civilizaciones (por ejemplo, china, india y mesopotámica) se han asentado en áreas con alta disponibilidad de agua (tales como zonas costeras, fluviales y propensas a inundaciones) debido a condiciones geográficas favorables, que facilitan el crecimiento económico, como accesibilidad (transporte y comercio) y producción de alimentos (tierras fértiles). Por el contrario, y aplicando la lógica opuesta, la mayoría de las civilizaciones griegas antiguas evitaron el establecimiento de sus principales centros urbanos cerca de ríos, lagos o manantiales ricos para proteger a las poblaciones y la infraestructura de inundaciones y enfermedades relacionadas con el agua.

Las inundaciones siguen siendo los más dañinos de todos los desastres naturales: anualmente, un tercio de los desastres naturales y las pérdidas económicas, y más de la mitad de todas las víctimas, están relacionados con las inundaciones.

La variabilidad abrupta y la mayor incertidumbre en los patrones de lluvias y el riesgo de fenómenos climáticos extremos, debido a factores tanto ecológicos como humanos, han aumentado el riesgo de inundaciones. Sin embargo, es importante señalar que, si bien el aumento del vapor de agua atmosférico puede provocar lluvias más intensas, no produce precipitaciones sin condiciones termodinámicas y dinámicas favorables y un movimiento ascendente en la atmósfera. Factores como la configuración geomorfológica, las capacidades de flujo de los alcantarillados y el desborde de los cauces naturales de los ríos también contribuyen a las inundaciones.

Las inundaciones también pueden traer beneficios, como hacer que los suelos sean fértiles y proporcionar nutrientes: las inundaciones periódicas fueron esenciales para el desarrollo de las antiguas comunidades que vivían en los valles del Tigris y el Éufrates, el Nilo, el Indo, el Ganges y el río Amarillo, entre otros (Tabla 2). Así, para los gobernantes y las sociedades del pasado, la gestión del agua de lluvia se convirtió en una de las principales preocupaciones, que se materializó en términos prácticos como buenos ejemplos de sistemas descentralizados de gestión del agua de lluvia con fines múltiples. Varios de los principios de implementaciones pasadas sobreviven en las aplicaciones modernas.

Tabla 2. Crecimiento de las primeras civilizaciones a lo largo de algunos ríos importantes

Las inundaciones en todo el mundo parecen ser más complejas que durante los períodos antiguos, lo que puede deberse a una mayor urbanización. Desde una perspectiva cronológica, se pueden argumentar cinco épocas, cada una distinguida por sus características distintivas:

  1. Era Prehistórica (c. 7600 a.C.-1.100 a.C.),
  2. Era Histórica (c. 750 a.C.-476 d.C.),
  3. Era medieval (c. 476-1.400 d.C.),
  4. Era moderna temprana y moderna (c. 1.400-1.850 d.C.) y
  5. Era contemporánea (1.850 d.C.-presente).

Después del final de la última edad de hielo, desde aproximadamente 17.000 a.C. hasta 4.000 a.C., el nivel del mar (en promedio) aumentó un metro (3,2 pies) por siglo, incremento gradual interrumpido por saltos abruptos del nivel del mar a un ritmo de unos cinco metros por siglo (16,4 pies). Los períodos comprendidos entre el 13.000 a.C. y el 11.000 a.C., así como entre el 9.000 a.C. y el 7.000 a.C., se caracterizaron por un aumento anormal del nivel del mar.

Los glaciares comenzaron a derretirse miles de años antes del período entre el 9.000 a.C. y el 7.000 a.C., y las temperaturas comenzaron a aumentar progresivamente con cada siglo que pasaba, acelerando así el proceso de derretimiento, por lo que debe haber sido el período más activo en aumento de nivel del mar. El peor período absoluto debe haber sido alrededor del año 8000 a.C. y el crítico “ciclo de inundaciones” que precedió a la inundación del Mar Negro, marcó el final de este período violento. Si las glaciaciones e inundaciones periódicas pasadas no lograron previamente agregar salinidad al agua dulce del Mar Negro, sin duda, la última inundación global alrededor del 8.000 a.C., debe haber sido la mayor inundación de todos los tiempos (las inmensas inundaciones comenzaron en el 12.000 a.C. y continuaron hasta el 5.000 a.C.) (Figura 3).

Figura 3. Variación de la temperatura media de la superficie en el hemisferio norte durante los últimos 11.000 años

Alrededor de este período, además de toda el agua de deshielo de los glaciares que fluyó hacia el Atlántico, dos enormes lagos glaciares en América del Norte se abrieron, primero el lago Agassiz y más tarde el lago Ojibway, y comenzaron a desembocar en el Atlántico norte. El lago Agassiz en ocasiones contenía más agua que todos los lagos del mundo actual. Se estima que la inundación causada por su colapso pudo haber generado el aumento del nivel del mar en todo el mundo hasta nueve pies. El flujo total de agua dulce de ambos lagos fue tan inmenso que no sólo elevó rápidamente el nivel del mar en todo el mundo en varios pies, sino que este incidente pudo haber causado en última instancia el “evento de 8,2 kiloaños” ocurrido hace aproximadamente 8.200 años (una mini edad de hielo que duró hasta 4 siglos).

Durante esta época se perdieron la mayoría de las civilizaciones costeras de todo el planeta. El continuo y rápido aumento del mar durante este período (en un promedio de seis a nueve metros (20 a 30 pies) por siglo o más), junto con las condiciones climáticas adversas que acompañaron este fenómeno, hicieron imposible que los restos de cualquier civilización se restablezca.

Sólo después del 7.000 a.C., los niveles del océano finalmente comenzaron a estabilizarse, y la vida humana comenzó a volver a la normalidad. Los sitios costeros ya no tuvieron que ser abandonados por terrenos más elevados, al menos en su mayor parte, y entre el 6.000 a.C. y el 5.000 a.C., aparecen signos de actividad del hombre cerca del mar. ¿Es una mera coincidencia que nuestra historia “registrada” comience en esta época? ¿Es cierto que los primeros humanos eran demasiado primitivos para dejar rastros de su existencia, o que las primeras páginas de nuestra historia fueron “arrasadas” por el Gran Diluvio de la última edad de hielo? Después de todo, parece que tan pronto como las condiciones climáticas adversas disminuyeron, los humanos no tardaron en volver a prosperar.

Las glaciaciones del Cuaternario

El período Cuaternario (c. 2,5 millones de años hasta la actualidad), se caracteriza principalmente por la sucesión de numerosas variaciones climáticas, alternando épocas frías y secas (glaciales) con otras cálidas y húmedas (interglaciales), y por ser la época en la que culmina el proceso de evolución humana con la aparición de varias especies de seres humanos que se propagarán por el planeta, entre ellas el Homo sapiens.

Las glaciaciones son fenómenos en los que las temperaturas del planeta experimentan bruscos descensos que permiten que la Criosfera, la capa terrestre formada por todo el hielo que tenemos en el planeta, crezca y se desarrollen mantos de hielo que se extienden más allá del círculo polar, por áreas normalmente libres de hielo. Esto es lo que ocurría cuando nuestros antepasados primitivos habitaban el planeta y compartían las tierras de Europa con los neandertales, cazando mamuts y otras especies de la llamada megafauna del Pleistoceno. Pero hace 10.000 años esta situación cambió de repente, los hielos retrocedieron y muchas de las especies adaptadas al frío desaparecieron (Figura 4).

Figura 4. Esquema que ilustra el retroceso de los glaciares y el aumento del nivel de los océanos

Los ciclos glacial-interglacial

Durante las glaciaciones las temperaturas bajaban drásticamente, disminuían las lluvias y grandes masas de hielo cubrían gran parte de la superficie de la tierra, esto suponía un descenso del nivel del mar, creando puentes de hielo entre distintas áreas separadas normalmente por el agua. En estas épocas de frío intenso sólo sobrevivían las plantas y animales capaces de soportar las bajas temperaturas. En las épocas interglaciares la temperatura y pluviosidad aumentaban, y con ellas aumentaba igualmente el nivel del mar, generando cambios en las costas, la flora y la fauna.

El clima pudo favorecer movimientos de población a otras zonas tanto en las fases glaciares, aprovechando los puentes de hielo que acercaban zonas separadas por mar (p. ej. el estrecho de Bering), como en las épocas interglaciares en las que los grupos nómadas cazadores tenderían a moverse siguiendo a las manadas de herbívoros que a su vez se aprovecharían de la abundancia de recursos vegetales (Figura 5).

Figura 5. Las cuatro (4) glaciaciones y períodos interglaciares del pleistoceno

El clima del cuaternario se caracteriza por una temperatura en las aguas oceánicas superficiales en 4-5 °C inferiores a las actuales. Durante los máximos interglaciares la temperatura pudo ser superior en 1-2 °C a la actual. La presencia de hielo en gran parte de los continentes modificó ampliamente las pautas de circulación atmosférica.

Períodos muy fríos, llamados “glaciaciones”, en los que los casquetes polares cubrieron gran parte de la superficie terrestre, las zonas altas de montaña albergaron importantes masas de hielos permanentes, y el nivel del mar y el caudal de los ríos descendieron notablemente (gran parte del agua estaba retenida en los casquetes polares y en los glaciares). Los cuatro principales períodos glaciares son: Günz, Mindel, Riss y Wurm. Durante los períodos interglaciares las temperaturas eran más elevadas que las actuales, y se deshelaba gran parte de los casquetes polares y de los glaciares.

La acumulación o pérdida de hielo en una región concreta viene determinada por el balance de masa que hay en este, es decir, de la diferencia entre el hielo que se acumula y el hielo que se pierde. El balance está regulado principalmente por la temperatura media anual, aunque hay otros factores a considerar a la hora de hablar de las glaciaciones, ya que estas ocurren en ciclos de miles de años: los llamados ciclos glacial-interglacial.

La causa de estas oscilaciones climáticas podría estar en los llamados ciclos de Milankovitch, oscilaciones astronómicas que se repiten de manera cíclica en tres parámetros de la órbita de la Tierra: la excentricidad, que mide lo circular que es; la oblicuidad, que determina la inclinación del eje terrestre; y la precesión, que indica hacia dónde apunta el eje de rotación de la Tierra. Todos influyen regulando la cantidad de radiación solar que llega a la superficie de planeta, la llamada insolación (Figura 6).

Figura 6. Esquema ilustrativo de los tres ciclos de Milankovitch: excentricidad (100 ka), oblicuidad (41 ka) y precesión (24 ka) (izquierda). Patrón de variación para el último millón de años de los tres ciclos de Milankovitch, la insolación de verano para una latitud de 65º N y los ciclos glacial-interglacial (derecha)

Los ciclos glacial-interglacial y su origen en los ciclos orbitales podrían ser los causantes, así como la ciclicidad en la concentración de CO2, u otros eventos desconocidos. La última glaciación se inició hace unos 115.000 años, cercano a los 100.000 años de ciclicidad que tienen, lo que sumado a que la precesión parece ser similar podría llevar a pensar, que estamos próximos a una nueva glaciación. Aún se desconoce mucho sobre el sistema climático global para afirmarlo con contundencia, a lo que debe añadirse que las concentraciones de CO2 ya han superado lo que ha sido el punto máximo de los ciclos de los últimos millones de años, y no se sabe cómo afectará a los ciclos glacial-interglacial. Queda mucho por aprender sobre el sistema climático global.

Inundaciones: de la era prehistórica a la medieval (c. 7.600 a. C.-1.400 d.C.)

Las inundaciones se encuentran entre las fuerzas más poderosas del planeta. Las sociedades humanas en todo el mundo han vivido y muerto con inundaciones desde el principio, apartando un lugar destacado para las inundaciones en las leyendas, las religiones y la historia. Inspirados por tales relatos, geólogos, hidrólogos e historiadores han estudiado el papel de las inundaciones en la humanidad y los ecosistemas que las sustentan, lo que ha dado como resultado una nueva apreciación del papel multifacético de las inundaciones en la configuración de nuestro planeta.

Las mayores inundaciones conocidas del período Cuaternario tuvieron descargas máximas de casi 20 millones de m3/seg y fueron el resultado de rupturas de presas de hielo de la edad glacial que bloquearon grandes sistemas de drenaje del medio continente durante las edades de hielo. La mayoría de las otras grandes inundaciones documentadas se debieron a roturas de otros tipos de represas naturales, incluidas represas por deslizamientos de tierra, represas de hielo de glaciares más pequeños, liberaciones de lagos de calderas e inundaciones por atascos de hielo.

Inundaciones provenientes de lagos cubiertos de hielo

Las inundaciones repentinas de lagos glaciales se producen a partir de una presa natural inestable formada a partir de un retroceso glacial. Los glaciares son cuerpos dinámicos de hielo que cambian con frecuencia. Cuando un glaciar retrocede, puede dejar una gran depresión en el terreno, que se llena de agua, convirtiéndola en un lago. Esto se conoce típicamente como morrena. Estos lagos pueden quedar incautados por una pila inestable de escombros y hielo enterrado. A medida que el clima se calienta, los glaciares generalmente se reducen. En muchas montañas, como los Andes, el Himalaya, los Alpes, las Montañas Rocosas y otros lugares, el retroceso de las lenguas de los glaciares a veces permite que se formen lagos inestables represados ​​por morrenas. Las morrenas terminales actúan como presas para estos lagos, pero a medida que los lagos se hinchan debido al aumento del nivel del agua y la retirada de la lengua de hielo glacial, la presa de morrena puede debilitarse. Las presas de morrenas que se debilitan demasiado pueden desmoronarse bajo demasiada presión del lago creciente, creando una inundación. Si las presas de morrena de un lago glacial fallan, el agua puede estallar, provocando inundaciones masivas y flujos de escombros con daños potencialmente extensos río abajo, incluida la pérdida de vidas e infraestructura. Alternativa y más comúnmente, el hielo glacial del glaciar en retirada puede estrellarse contra lagos, generando olas gigantes que erosionan las débiles presas de morrena en cuestión de minutos, desencadenando así también inundaciones.

Todas las inundaciones terrestres conocidas con descargas superiores a 500.000 m3/seg se debieron a la rápida liberación de agua almacenada detrás de presas naturales o dentro de glaciares (Figura 7). Durante el Período Cuaternario, el bloqueo de grandes sistemas fluviales por capas de hielo continentales ha sido una fuente principal de inundaciones que modelaron el paisaje. Estas inundaciones incluyen las inundaciones de Missoula de 17 millones de m3/seg a lo largo del margen de la capa de hielo de la Cordillera en el oeste de América del Norte, inundaciones gigantes a lo largo de los márgenes de la capa de hielo Laurentide en el este y centro de América del Norte, y las inundaciones gigantes del Pleistoceno descubiertas recientemente en Asia central. Estas grandes inundaciones de la edad de hielo implicaron enormes volúmenes de agua, suficientes para que su rápida descarga en los océanos pudiera haber afectado la circulación oceánica y, por tanto, el clima global.

Figura 7. Esquema de una inundación catastrófica de un lago glacial a lo largo del valle del río Pite (Suecia), fechada entre 10,3 y 9,9 cal ka antes del presente

Todas estas inundaciones fueron el resultado de la rápida liberación de agua embalsada en valles fluviales preexistentes represados por hielo o lagos proglaciales formados a lo largo de los márgenes de los glaciares. Históricamente se han producido inundaciones similares, pero mucho más pequeñas, incluida la inundación de 1986 de 105.000 m3/seg resultante de la falla de la presa formada por el glaciar Hubbard en Russell Fiord, Alaska (Figura 8).

Figura 8. Inundación de un lago glacial en Alaska

Tiempos prehistóricos

Civilizaciones iraníes y otras civilizaciones prehistóricas (c. 6.800-1.100 a.C.)

El Mar Negro se convirtió en un gigantesco lago de agua dulce durante la última glaciación cuaternaria. La superficie de este lago descendió hasta niveles de más de 100 m por debajo de su desembocadura. Cuando el Mediterráneo llegó al umbral del Bósforo hacia el 6.800 a.C., el agua salada se derramó a través de este aliviadero para rellenar el lago y sumergir, catastróficamente, más de 100.000 km2 de su plataforma continental expuesta (Figura 2). En la Figura 9 se muestran las diferentes especies de fauna del Mar Negro antes y después de la inundación. La hipótesis de Ryan-Pittman afirma que la batimetría del Mar Negro indica una costa sumergida, causada por una afluencia catastrófica de agua salina del Mediterráneo desde aproximadamente 5.600 a.C.

Figura 9. Mapa del Mar Negro que muestra la costa sumergida

En América del Norte, una cronología regional de paleoinundaciones de 5.000 años, basada en depósitos de 19 ríos en Arizona y Utah, revela que las inundaciones más grandes en la región se agruparon en distintos intervalos de tiempo que coincidieron con períodos de clima frío y húmedo y frecuentes eventos de El Niño. Estas inundaciones fueron más numerosas entre el 4.800 a.C. y 3.600 a.C., pero disminuyeron notablemente entre el 3.600 a.C. y 2.200 a.C., ciclo que se repitió entre el 1.000 a.C. y 500 a.C., y entre el 800 a.C. y 600 a.C. Las épocas de inundaciones modernas similares están asociadas con un conjunto específico de condiciones anómalas de circulación atmosférica que probablemente fueron más frecuentes en el pasado.

Una de las pruebas arqueológicas más importantes de inundaciones se remonta al IV milenio a.C. Según una investigación paleoclimática de alta resolución en el lago Neor (Ardabil, Irán), hubo un período muy seco con concentraciones de polvo en aumento desde aproximadamente el 4.200 a.C. al 3.000 a.C. Durante este período, la evidencia paleoclimática en la cueva de Soreq, al oeste de Jerusalén, atestigua al menos dos períodos de sequía severa, que ocurrieron en 3.600-3.700 a.C. y 3.150-3.250 a.C. Se identificaron pruebas de inundaciones a mediados y finales del IV milenio a.C. mediante estudios de sedimentología ambiental y excavaciones arqueológicas en los sitios de Mafin Abad Islamshahr, Meymanat Abad Robat Karim y Qara Tepe de Qomroud en el centro norte de Irán, así como en los sitios de Shuruppak, Kish y Ur en Irak.

Las inundaciones y los primeros egipcios antiguos (c. 4.000-1.850 a.C.)

El río Nilo tiene 6.550 km de largo y está considerado el río más largo del mundo. El Nilo extrae su agua de fuentes que se originan en varios países de África central y oriental y atraviesa uno de los desiertos más severos del mundo en Egipto hasta el mar Mediterráneo. Desde el Paleolítico, la mayor parte de la población de Egipto se estableció y vivió cerca de las orillas del Nilo y dentro de su delta. La vida de los antiguos egipcios se vio muy afectada por las fluctuaciones estacionales del Nilo, especialmente sus inundaciones de verano, bastante predecibles ya que llegaban regularmente de junio a septiembre debido a las lluvias en Etiopía. Así, a los egipcios, que poseían un conocimiento avanzado de las estrellas mediante el cual podían medir con precisión el paso del tiempo, les resultó fácil programar la sucesión de sus cosechas a lo largo del año. Un año de sequía inesperado con inundaciones insuficientes provocaría escasez de alimentos e incluso hambrunas, de allí que la inundación del Nilo marcó el ciclo ecológico más importante en Egipto desde la antigüedad.

Figura 10. Delta del río Nilo y desierto de Libia (izquierda). Ciclo de inundación anual (derecha)

En la mitología egipcia, las inundaciones se convirtieron en la expresión alegórica del dolor de la Diosa Isis “haciendo lágrimas” por el asesinato de Osiris a manos de su hermano Set. El evento recurrente se celebraba anualmente en un festival llamado Wafaa El Nil desde mediados de agosto hasta principios de septiembre. La Iglesia Copta también celebró la inundación del Nilo y celebró este acontecimiento arrojando al río una reliquia de mártir. La Iglesia Copta llamó a este evento El Dedo del Mártir. Este acontecimiento se detuvo cuando el gobierno de Egipto fue transferido al Estado Islámico.

Los egipcios adoptaron las primeras tecnologías para controlar las inundaciones del Nilo: la evidencia más temprana de estas intervenciones data del final del período predinástico, es decir, del 4.000 a.C. al 3.100 a.C., en la región del Delta, en forma de canales construidos por el hombre. Posteriormente, entre el 3.000 a.C. y 2.686 a.C., se construyeron compuertas para frenar las inundaciones y el drenaje. Aproximadamente entre el 2.667 a.C. y 2.648 a.C., los sistemas de riego abastecieron a casi dos tercios de las tierras agrícolas del delta del Nilo. En el período comprendido entre 2.648 a.C. y 2.160 a.C., la creciente acidificación en la región condujo a la introducción de ingeniería más avanzada, como la creación de terraplenes artificiales y la ampliación y fusión de canales de desbordamiento naturales (Figura 11). Sadd-El-kafara, construida entre 2.950 a.C. y 2.750 a.C., es la presa más antigua y más grande conocida, y sus ruinas aún se pueden ver en Wadi el Garawi, a 30 km de El Cairo.

Figura 11. Canales de desviación del río Nilo en el antiguo Egipto para cultivo

Los antiguos egipcios desviaron el río Nilo hacia canales creados en ambas orillas. Las presas separaron los canales en las orillas del río cuando se abrieron para llenarlos con agua de inundación. Durante el punto álgido de las inundaciones, normalmente a finales de septiembre, la mayor parte del valle del Nilo quedaba sumergida en el agua, con la excepción de las zonas residenciales que se construyeron expresamente en terrenos más elevados.

A pesar de toda la ingeniería desarrollada por el antiguo reino, las inundaciones desaparecieron durante un largo período de unos 30 años y desencadenaron la caída del reino mismo. Surgió un nuevo reino entre 1.550 a.C. y 1.292 a.C. y se adoptaron más tecnologías hidráulicas para controlar los períodos de inundaciones y sequías. Esto incluía el shadoof (o shaduf), un poste con un balde y un contrapeso utilizado para elevar el agua, lo que permitía a los agricultores cosechar múltiples cultivos en el mismo año (Figura 12).

Figura 12. Shadoof utilizado en el antiguo Egipto

Las inundaciones trajeron la necesidad de desarrollar la ciencia de la topografía: el historiador griego del siglo V a.C. Heródoto registró que el legendario rey Sesostris en algún momento, a cambio de impuestos, dividió las tierras de Egipto en parcelas. Las inundaciones anuales del Nilo destruyeron estas parcelas; por lo tanto, se asignó a los topógrafos la tarea de volver a trazar los límites después de cada inundación.

Las inundaciones en las civilizaciones minoica y micénica (c. 3.200-1.100 a.C.)

Predominantemente, las civilizaciones del III y II milenio a.C. en Mesopotamia, Egipto, el valle del Indo y China se desarrollaron en llanuras fluviales con recursos hídricos accesibles para el desarrollo agrícola. De manera algo contraria a esta estrategia, las primeras sociedades griegas veían la protección de las áreas urbanas contra las inundaciones como una parte crítica del desarrollo social. Por lo tanto, la mayoría de los asentamientos de este período estaban situados en cimas de colinas y crestas, y por lo tanto estaban distanciados de ríos, lagos o manantiales ricos que podrían causar inundaciones devastadoras (p. ej. la cultura Minyan en Gla, cerca del lago Kopais en Grecia central).

En general, la mayoría de los griegos antiguos, incluidas las sociedades de períodos posteriores, optaron por establecerse en zonas predominantemente más secas, pero a menudo cerca de fuentes de agua naturales, como manantiales en regiones dominadas por el karst. Es más, podemos suponer que las comodidades de un clima seco con respecto a la salud y una buena protección contra inundaciones, enemigos invasores y enfermedades relacionadas con el agua determinaron la elección del lugar.

Las civilizaciones minoica, micénica, india y otras sintieron la necesidad urgente de organizar estrategias para contrarrestar las inundaciones y facilitar el drenaje, la recolección, el almacenamiento y el uso del agua, y algunos sistemas urbanos de drenaje y alcantarillado minoicos todavía están en funcionamiento (Figura 13a). El primer ejemplo de riego de campo se origina en este período. El palacio de Festos minoico ubicado en la parte sur de la isla central de Creta, posee tales sistemas que aún funcionan después de 4.000 años.

Figura 13. Sistemas de drenaje en palacios minoicos: (a) Parte del sistema de drenaje central en Festos. (b) Porción del muro original del “viaducto minoico” con las aberturas escalonadas en Caravanserai en el palacio de Knossos

El “viaducto minoico” es una de las estructuras más impresionantes del Caravanserai en la antigua entrada del sitio arqueológico de Knossos, la capital de la civilización minoica, situada muy cerca de la actual capital de la isla de Creta, y es el complejo técnico más voluminoso. construcción de la Creta minoica descubierta hasta ahora (Figura 13b). Constaba de cuatro columnas (de 3,2 a 4,60 m de ancho) de piedra caliza tallada que se alternaban con aberturas escalonadas, probablemente para el libre paso de las aguas pluviales que fluían desde la empinada ladera. Las aberturas escalonadas tienen de tres a cuatro niveles; era arqueado y estaba hecho con un sistema ecoico para estar lo más protegido posible (Figura 14).

Figura 14. Viaducto minoico

Las estructuras hidráulicas anti inundaciones se desarrollaron durante el período micénico (c. 1.600-1.100 a.C.) para controlar el flujo de los arroyos, incluidos pólderes, presas y embalses artificiales para la retención y almacenamiento del agua de las inundaciones. En Tirinto, un sitio arqueológico micénico en Argólida en el Peloponeso, que se encuentra a 20 km al sur de Micenas, la capital de la civilización micénica, se constituyó un ejemplo representativo (Figura 15(a)). Fue construido alrededor del 1.200 a.C. por los habitantes de la ciudad, que habían sufrido inundaciones dañinas por un arroyo que pasaba por la población. La presa fue diseñada para transferir el flujo a un canal artificial, desviando las inundaciones periódicas a la parte baja de Tirinto, y para el riego agrícola.

Figura 15. Represas anti inundaciones micénicas: (a) Vista general de la presa de Tirinto. (b) Muro ciclópeo anti inundaciones en Kopais

En el período micénico, alrededor del 1.300 a.C., los minias construyeron un muro anti inundaciones en el río Kladeos, afluente del río Alphios (Alfeo) para controlar el flujo de agua y reducir su impacto destructivo en el valle de Olimpia. (noroeste del Peloponeso) y el sitio del santuario de Zeus en Olimpia y la cercana Elis. Los restos del santuario proceden del período micénico y de la Edad del Hierro (1.100-800 a.C.), y el famoso templo de Zeus del período clásico. En la Figura 15(b) se muestra un elemento de mampostería ciclópea de los diques micénicos en Kopais, ubicado en el centro de Beocia, Grecia, tal como se conserva hoy. Las estructuras anti inundaciones del sitio, en combinación con un sistema de recuperación de tierras, incluían un sistema de drenaje con diques de tierra y canales de desvío, lo que representa un ejemplo impresionante del conocimiento y las habilidades de ingeniería hidráulica en el período micénico.

Las inundaciones en las civilizaciones del valle del Indo (c. 3.200-1.300 a.C.)

Durante la civilización india temprana, el Rig Veda, uno de los textos religiosos más antiguos e importantes de la India, describe el país como la tierra de los Siete Ríos. Esto muestra que, desde la documentación histórica y religiosa más antigua sobre la India, el agua jugó un papel importante en la configuración de su identidad, y resuena en el nombre mismo de la Civilización del Valle del Indo, una de las civilizaciones más antiguas del subcontinente indio. A lo largo de la historia, la exploración marítima y la navegación fueron cruciales para el desarrollo económico de la India, y la evidencia sugiere que la gente del valle del Indo comerciaba con los antiguos egipcios y mesopotámicos (Figura 16).

Figura 16. Las cuatro principales culturas fluviales antiguas, cuna de la civilización

La civilización Harappa (o Valle del Indo), que existió aproximadamente entre el 3.000 a.C. y 1.500 a.C., fue una de las civilizaciones más antiguas y avanzadas del mundo. Conocida por su gran extensión espacial y su alto nivel de desarrollo científico y social, la civilización era particularmente conocida por su obsesión por el agua: los ciudadanos de la civilización Harappa rezaban a los ríos todos los días y les concedían un estatus divino. Los centros urbanos de la civilización se desarrollaron con diseños civiles y arquitectónicos de última generación, incluidos sofisticados sistemas de drenaje y gestión de aguas residuales (Figura 17). La agricultura era la principal actividad económica de la sociedad, y en toda la región se desarrolló una extensa red de embalses, pozos y canales, junto con técnicas de recolección de agua de bajo costo. Las ciudades de Mohenjo-Daro y Dholavira tenían los ejemplos más eficaces de los sistemas de drenaje y gestión del agua de la civilización. El Gran Baño de Mohenjo-Daro se considera el “primer depósito de agua público del mundo antiguo”.

Figura 17. Civilización del valle del Indo

La civilización del valle del Indo estuvo situada en el valle del río Indo, que sufrió importantes inundaciones en el pasado, como ocurre ahora. Los estudios de las capas de sedimentos en el sitio de la antigua ciudad de Mohenjo-Daro han revelado evidencia de grandes inundaciones. El pueblo del Indo estableció un sofisticado sistema de canales y estructuras de drenaje para controlar las inundaciones y construyó sus ciudades sobre plataformas elevadas para protegerse contra las inundaciones. Además, entendieron los patrones estacionales de las inundaciones y pudieron planificar en consecuencia. Sin embargo, a veces las inundaciones pueden ser devastadoras y causar daños a las ciudades y a las personas. La evidencia arqueológica sugiere que los pueblos del Indo eran muy conscientes de las precipitaciones estacionales y las inundaciones del río Indo. Las calles principales de Mohenjo-Daro y Harappa, con anchos que varían de 3,50 a 10,00 m y hasta 1,5 km de largo (Figura 18), ​​se trazaron de este a oeste y de norte a sur, interseccionándose en ángulo recto, y sirvieron como protección contra inundaciones. Los carriles estaban unidos con las calles y cada carril era utilizado por el público y estaba provisto de farolas. La vida en las ciudades del Indo y el estado urbano general parecen haber sido similares a los de los minoicos.

Figura 18. Las calles de Mohenjo-Daro son similares a las de los lugares minoicos, con caminos pavimentados que incluyen desagües de agua de lluvia

Además, las sociedades han construido represas en Mehrgarh y Mesopotamia desde el Neolítico (enlace a entrada…). Posteriormente, a lo largo de la Edad del Bronce (c. 3.200-1.100 a.C.), se construyeron represas en el sureste de Grecia y el valle del Indo (p. ej. Mohenjo-Daro es un sitio arqueológico en la provincia de Sindh, Pakistán, construido alrededor del 2.500 a.C.), para hacer que las ciudades se adapten mejor a los peligros de inundaciones y mejorar el nivel de vida de la gente.

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